PEDRARIAS: Artículo tomado del diario “La Estrella de Panamá”. http://laestrella.com.pa/panama/nacional/odiado-conquista-leyenda-negra-pedrarias-davila/23960472
TEXTO tomado con fines académicos.
Algunos segmentos se han tomado de la obra: Crónicas de Castilla del Oro de Rubén darío Carles.
Pedro Arias de Ávila:
El más odiado de la Conquista: la leyenda negra de Pedrarias Dávila.
En vida, Pedrarias Dávila gozó de honores, prestigio, poder y
cercanía a la Corona de Castilla En contra de la prevalente noción de que la
Conquista de América estuvo siempre en manos de los elementos menos educados de
la sociedad española, la expedición que llevó a Pedro Arias Dávila hacia el
istmo centroamericano en 1514 llevaba consigo ‘la más lúcida gente que de
España haya salido', según las crónicas de Pascual de Andagoya
Los veinte buques que salían en abril de 1514 de San Lucar de
Barrameda, llevaban a bordo nobles, hidalgos, militares y sacerdotes, algunos
de los cuales se convertirían con los años en prominentes figuras de la
historia americana: Hernando de Soto (futuro conquistador de Florida); Diego de
Almagro (conquistador de Perú); Sebastián de Belalcázar (de Quito); los
historiadores Gonzalo Fernández de Oviedo y Bernal Diez del Castillo y el
obispo del Darién Juan de Quevedo.
Decepcionado por el resultado de los primeros 15 años de la
Conquista, sobre todo el fracaso en la búsqueda del ansiado paso hacia las
Indias y abrumado por los grandes problemas de La Española, con esta nueva
expedición el rey Fernando El Católico deseaba impartir un giro más serio a su
empresa.
Pedro Arias Dávila, de una de las mejores familias de
Segovia, ligada durante varias generaciones a la Corona de Castilla, encarnaba
ese nuevo espíritu que buscaba el rey para las colonias.
Los Arias, judeoconversos, gozaban de gran fortuna y aprecio en
la corte. El mismo Pedrarias había sido paje de Juan II (padre de la reina
Isabel) y compartido aventuras militares con Fernando y su esposa Isabel en
Granada, Francia y Portugal.
La esposa de Pedrarias, Isabel de Bobadilla y Peñalosa, había
aportado al matrimonio un tal vez mayor enclave en la corona, si se quiere, a
través de su tía, Beatriz de Bobadilla. Esta era una de las mejores amigas de
infancia y gran apoyo de la reina Isabel. Era tal la ascendencia de esta, que
se decía comúnmente en la época que ‘en Castilla, sino es la reina, es la
Bobadilla".
Por derecho propio, Pedrarias era un ‘súper hombre' de alta
estatura, tez blanca, ojos verdes, cabello rojizo y excelente destreza en el
manejo de la lanza (ganaba todos los torneos en los que participaba), por lo
que en su juventud había sido apodado ‘El Galán' y ‘El Justador'.
Su fortaleza física era tal, que, a sus más de 60 años, en la
campaña del norte de Africa, había sido el primero en escalar la fortaleza de
Orán y Bujía, donde, según la crónica de su tiempo, ‘mató con sus propias manos
al alférez moro'.
Al momento de ser nombrado gobernador de Castilla Aurífera
—un territorio inexplorado que comprendía desde lo que hoy es Nicaragua hasta
el norte de Colombia— Pedrarias tenía más de 70 años y arrastraba varias
enfermedades. Su carácter malhumorado incluía extrañas manías, como la de
llevar consigo a todas partes un ataúd, en el que se introducía cada año para
escuchar una misa por la salvación de su alma.
Para la empresa colonial el rey lo había investido de gran
poder, con el que debía cumplir una serie de detalladas instrucciones (las
reales cédulas). Estas básicamente lo comprometían a controlar y ampliar los
territorio ocupados en Tierra Firme, para lo cual debían hacerse nuevas
expediciones, fundarse poblados, además de cristianizar a los nativos para
cobrarles impuestos. A los indígenas que no quisiesen colaborar, previa lectura
del llamado Requerimiento, se les haría la guerra.
Aunque las cédulas hacían ver que debía evitarse el maltrato
gratuito a los indígenas, esto se contradecía con el resto de las
especificaciones, que ponían énfasis en obtener los máximos beneficios lo antes
posible.
En forma privada, de boca del rey, Pedrarias llevaba otra
instrucción: la de iniciar, previa investigación, un juicio contra un
aventurero de cuarenta años que había usurpado, contrario al orden real, el
mando en la población de Santa María la Antigua, en el Darién. Su nombre: Vasco
Núñez de Balboa.
LLEGADA
Después de 4 largos meses, la expedición de 22 buques llegaba
por fin a su destino, el puerto de Santa María del Darién, el día 30 de agosto
de 1514.
Al arribo del enorme contingente de barcos, cuentan los
cronistas, Balboa se encontraba en calzones y alpargatas, enseñando a un grupo
de nativos a colocar correctamente un techo de paja.
Balboa se acicalaría rápidamente para recibir a los recién
llegados en la playa, acompañado de algunos de los 515 colonos y 1,500
indígenas que componían el pequeño poblado.
Mal vestido, sudado y confundido, llegaría a tiempo para ver
descender de la nave capitana a Pedrarias, vestido elegantemente de seda y
brocado, de la mano de su esposa, y seguido de un cortejo de oficiales reales y
capitanes, formados en tropa, tras el obispo y demás sacerdotes.
La llegada del nuevo gobernador supondría un cambio radical
en la forma de vida de los colonos y la pérdida de la paz, tranquilidad y
sentido del propósito que disfrutaban desde que Balboa había tomado el mando,
por medios poco ‘ortodoxos', de Martín de Enciso y Diego de Nicuesa.
Gracias al gran carisma natural del que gozaba Balboa,
españoles e indígenas habían establecido no solo relaciones cordiales sino un
proceso de intercambio cultural enriquecedor. Los primeros habían dado apoyo a
los caciques amigos para guerrear contra sus enemigos. A cambio, los naturales
les proveían de guía, facilidades para conseguir oro y alimentos.
La llegada de 1,500 personas nuevas, con otro talante,
proclives al maltrato y abusos, con armas poderosas, y dando muestras que venir
a quedarse, hizo cambiar la actitud amable de los indios.
REUNIÓN PRIMERA
Aunque en un principio, Pedrarias y Balboa intentaron
mantener las apariencias, la desconfianza entre ambos hombres era demasiado
fuerte.
Mientras que el primero temía acabar como Ojeda o Nicuesa,
Balboa sospechaba de los poderes establecidos y de su capacidad para tronchar
su autonomía y sueños de aventuras y conquistas.
Los meses siguientes, Pedrarias se mantuvo esperando que el
rey le hiciese llegar las instrucciones para hacer finalmente el juicio a Balboa
por sus delitos pasados. Sin embargo, para su sorpresa, el 20 de abril del año
1515, llegarían a Santa María dos carabelas portando órdenes reales muy
diferentes: Balboa había sido nombrado gobernador de Panamá y Coiba y
Adelantado del Mar del Sur, un título de gran prestigio en reconocimiento al
descubrimiento de este mar, en septiembre de 1513.
En su carta, el rey le pedía a Pedrarias que favoreciese a
Balboa y que se dejase aconsejar de él, que tanta experiencia tenía ‘en las
cosas de Indias'
Las nuevas consideraciones dadas por el rey a Balboa no
gustaron nada a Pedrarias ni favorecieron la relación entre ambos, que durante
los próximos cinco años de convivencia en Darién, mantedrían una clara
enemistad, con sus altas y sus bajas.
Ninguno de los dos cejaría en su empeño de convencer al rey
de los defectos del otro. Los Archivos de Indias recogen las cartas enviadas en
que ambos se acusan mutuamente de envidia y avaricia. Balboa, por su parte,
añadía a Pedrarias las acusaciones de vago, viejo y enfermizo y de no castigar
los desmanes de sus capitanes.
A la muerte del rey Fernando, los enemigos de Pedrarias,
encabezados por fray Bartolomé de las Casas, lograrían convencer al nuevo
monarca, Carlos I, de la maldad de Pedrarias.
El rey acordó sustituirlo por el entonces gobernador de
Canarias, Lope de Sosa.
Como es de esperarse, al conocer de su próxima destitución,
Pedrarias culpó a Balboa y en el mes de enero de 1519 entabló acusación por
rebeldía en contra de él. Después de un proceso oscuro llevado a cabo por
Gaspar de Espinosa, alcalde de Santa María la Antigua, el adelantado fue
decapitado junto con un grupo de sus más fieles seguidores.
La última de sus faltas había sido poner a circular en la
colonia unas cartas falsas del rey, para favorecer su viaje de conquista del
Perú, tierra dorada y soñada por él durante muchos años. Su injusta (?)
ejecución, el 15 de enero de 1519, con tan altas promesas y posibilidades,
acrecentaría y mitificaría su figura, no exenta de faltas.
Por su parte, el que algunos han llamado un ‘el malvado más
amado por el destino', tuvo mejor suerte.
El barco que transportaba a Lope de Sosa llegaría a la
colonia el 18 de mayo de 1520, portando su cadáver. Había fallecido un día
antes de desembarcar.
Pedrarias sepultó a Sosa en la catedral con la mayor
solemnidad y honores y siguió provisionalmente como gobernador interino. Pero
tuvo la astucia de enviar a España a su esposa y a su hijo Diego, con un gran
cargamento de perlas, para que estos convenciesen al rey Carlos de mantenerlo
como gobernador.
El rey, empeñado en su Guerra de las Comunidades, en España,
lo confirmó en el puesto en septiembre de ese año. Finalmente, Pedrarias sería
removido de su puesto. Pero lograría ser enviado a Nicaragua, donde gobernaría
desde marzo de 1528 hasta su muerte, el 6 de marzo de 1531, en la ciudad de
León, a los 91 años de edad, por "vejez, pasiones y enfermedades".
En Panamá, el apodado ‘Galán', ‘Justador', o la ‘Ira de
Dios', según De las Casas, haría importantes aportes como la fundación de la
ciudad de Panamá y la de Natá, así como la construcción de un camino entre la
costa pacífica y la caribeña. También hizo expediciones de reconocimiento.
Sin embargo, durante siglos, Pedrarias ha pasado a encarnar
todas las ‘leyendas negras' de América, al punto de ser considerado por algunos
historiadores como ‘el personaje más odiado de la Conquista'.
En el año 2000, cuando se descubrieron sus presuntos restos
en Nicaragua, junto con los de un subalterno llamado Hernández de Córdoba, a
quien había hecho decapitar (¿suena conocido?) el Ejército de Nicaragua honró
con 21 cañonazos los restos de Hernández de Córdoba. Los de Pedrarias no solo
no recibieron este honor, sino que fueron sepultados a los pies de aquel.
ANDRÉS DE GARABITO (Tomado de Crónicas de Castilla del Oro):
Andrés de Garabito, el
mal amigo, causante o directo responsable de que le cortaran la cabeza a
Vasco Núñez de Balboa, mereció siempre la confianza de Pedrarias, quien le
nombró teniente gobernador en el pueblo de Acla. Años después pasó a
León-Nicaragua-donde murió trágicamente.
JUAN DE AYORA (TOMADO DE Crónicas de Castilla del Oro): “Otra expedición se organizó en agosto de
1514 al mando del capitán Juan de Ayora y de los tenientes Fernando de Meneses
y Francisco Ávila, quienes dejaron establecidos en fuerte de Santa Cruz en
tierras del cacique Comagre bajo las órdenes del capitán Juan de Zorita.
“De Santa Cruz los
expedicionarios de Ayora siguieron adelante… Con el resto de la expedición Juan
de Ayora trasmontó la cordillera que mira a la Mar del Sur.
Tal recorrido por
estas tierras que eran dominios de los caciques Pocorosa, Tubanamá y Secativá,
ha hecho célebre por su trato cruel al capitán Ayora “el que asaltaba en noche
los poblados indígenas, les robaba el oro, les secuestraba sus mujeres e hijas
y a los que huían echábales los perros mordedores, de tal manera que no dejó
caciques ni indio en paz”.
BARTOMOLÉ HURTADO (Tomado de Crónicas de Castilla del
Oro): Salió de Santa María en busca de
informes de la expedición de Ayora y regresó con crecido número de prisioneros
nativos de los cuales dio seis al gobernador, otros seis al obispo y cuatro a
cada uno de los funcionarios de la colonia, para así librarse de un merecido
castigo por sus atropellos y haber reducido a la esclavitud a los indios que
encontró a su paso.
FRANCISCO BECERRA (Tomado de Crónicas de Castilla del Oro)
Fue otro de los escogidos por Pedrarias para hacer un recorrido por las tierras
de Comagre y Tubanamá hasta alcanzar el Golfo de San Miguel.
Su expedición fue
tan exitosa que trajo consigo más de trescientos indios en cuerda y más de
siete mil pesos de todo lo cual tocó gran parte a Pedrarias y a los Oficiales
Reales.
Sin lugar a dudas
Becerra fue uno de los capitanes que cometió mayores crueldades con los nativos
del Darién. De él cuentas los cronistas de la conquista, la villanía y maldad
que cometió con los caciques de El Suegro y El Quemado.
Al cacique Mohe lo
denominaron “el suegro” porque al llegar los cristianos a sus dominios sus
jefes le robaron sus cuatro hijas, de tal manera que en forma burlona le
llamaron el suegro.
Al otro cacique le
llamaron el Quemado porque sin otra causa que no dar oro lo sometieron al
tormento del hierro candente.
GASPAR DE MORALES (Tomado de Crónicas de Castilla del
Oro): Una nueva expedición al mando de
Gaspar de Morales acompañado de Pizarro alcanzó la Mar del Sur por las tierras
de Chiapes y Tumaco y embarcándose en cayucos indígenas visitó el archipiélago
de las Perlas, donde gobernaba Terarequí, el que después de ser vencido en
batalla le entregó al vencedor una canastilla de perlas en las que figuraba una
muy valiosa, del tamaño de una nuez pequeña, la que fue obsequiada a la reina.
Al sentar pie en la
isla más grande, que Balboas denominó Isla Rica, le dio el nombre de Isla de
las Flores. De regreso al continente Morales alcanzó la punta de Garachiné vistó las tierras de Birú y Chocama, en donde
ordenó el degollamiento de trescientos indios cautivos que tenía en rehenes,
entre éstos niños de pecho que morían en los brazos maternos, pensando que con
medidas tan horrendas atemorizaría a sus perseguidores.
DIEGO DE ALBITEZ: Hizo que el cacique Chagres comprara su
libertad con seis mil pesos oro.
GONZÁLO DE BADAJOZ: (Tomado
de Crónicas de Castilla del Oro): Realizó una excursión hasta las entonces
desconocidas tierras de occidente. En su recorrido visitó Totunaga,
Tataracherubi, Tabor, Pananomé, Nata, Escoria y Antatara (señor de París). Al
comienzo la expedición se desarrollaba sin ningún incidente de guerra porque
los indios huyeron a lo más abrupto de sus montañas o rindieron a los
conquistadores su más sumiso vasallaje, ofreciéndole como tributo valiosas
joyas de oro cuyo valor ascendió a
80,000 pesos. Al llegar a los dominios de Antatara, cacique de París,
éste dejó la tierra desierta a los invasores , remontándose a las montañs con
sus mujeres e hijas. Invitado por Badajoz para que viniera a su presencia el
cacique rehusó hacerlo, pero le mandó como presente dos canastas tapizadas de cuero de venado, repletas de joyas de oro,
collares, narigueras, pectorales de gran valor. Este rico presente aumentó la
codicia de Badajoz, quien atacó de sorpresa el poblado del cacique para hacerlo
prisionero y exigirle como rescate mayor cantidad de oro. Tal actitud del
capitán español movió al indio a buscar los medios para atacarle los medios
para atacarle de forma ventajosa. Hízole conocer que las riquezas de la tribu
estaban escondidas en las serranías del sur de la Península, en las montañas
del Quema. Interesado por el oro Badajoz dividió su s tropas compuestas de 130
expedicionarios y en persona caminó toda una noche para el amanecer no
encontrar sino una choza desolada en medio de la cordillera. Divididas las
fuerzas de los invasores los indios atacaron con gran ímpetu a los que
quedaron, prendiéndole fuego al campamento español y no hubiera quedado hombre
vivo si Badajoz no hubiera acertado a llegar pronto en auxilio de sus
compañeros. Atacada por todas partes la
gente de Badajoz hizo un esfuerzo para salir de este cerco de muerte, dejando
en el campo de batalla sesenta castellanos y todo el oro que habían recaudado a
lo largo de su recorrido entre Nombre de Dios y el Golfo de Parita.
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